23/05/11

ALAMAR

Borrando completamente la frontera entre el documental y la ficción, la ópera prima de Pedro González Rubio, y producida por Mantarraya, de quienes hemos visto filmes mexicanos tan bellos como Luz Silenciosa y Japón (Carlos Reygadas) y Los Bastardos ( Amat Escalante), nos narra una aventura marítima vivida por un padre(Jorge) y su pequeño hijo (Natan) quienes pronto deberán separarse por un tiempo indefinido, ya que el niño irá a vivir con su madre a Roma.

El tiempo transcurre distenso, mientras los personajes habitan un espacio delimitado por el azul turquesa del caribe mexicano. En una cabaña levantada sobre el mar con palotes, viven Jorge y Natan con Matraca, el padre de Jorge. Salen a pescar diariamente y poco a poco se forma un lazo entre padre e hijo. Él le dejará a su hijo esta hermosa experiencia, a través de la cual el hijo recordará siempre a su padre, pues vivirá con su madre lejos de México. Quién sabe hasta cuándo.

Pedro González Rubio, formado en el documental, nos regala una ópera prima cargada de una emotividad con la que cualquiera se puede conectar, pues todos somos hijos y algunos somos padres. Quizá es esto último precisamente lo que me mueve tanto de este film. La experiencia que le deja un padre a su hijo. No tanto enseñanza práctica ni educación.
En Italia de poco le servirá saber pescar sin caña, ya que, como el mismo personaje del niño lo dice: "En Italia no se pescan los peces, se compran."

La cámara en mano enlaza con los personajes en su deambular por la isla y más en su navegar cotidiano en las olas del mar. Nos deja sentir ese constante ir y venir del agua. Y su sonido que a todo tiempo, aún en interiores no permite olvidar la presencia del mar. Quizá esto es lo que más recordará el pequeño Natan cuando viva en Roma: el sonido del mar.

Esta hermosa película se estrena en México el 26 de agosto. No se la pierdan. Ganadora de diversos premios en festivales internacionales como Rotterdam, Toulouse, Morelia y Miami, por nombrar algunos.